En el deporte chileno existen referentes históricos como el futbolista Elías Figueroa Brander y su homólogo Alexis Sánchez, pero muy pocos han logrado trascender a nivel mundial en otras áreas, tal y como lo hizo Marcelo “Chino” Ríos, luminaria del tenis.
¿La razón? Es es único exponente de la nación austral que pudo ubicarse en la cima del ránking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).
Ni siquiera Nicolás “El Vampiro” Massú, otra gloria del deporte blanco de Chile, pudo emular la proeza, aunque es el único de la dupleta que posee un par de medallas de oro olímpicas, logradas en Atenas 2004. Se consagró tanto a nivel individual como en dobles.
El momento de gloria de Ríos
Ríos alcanzó la cima de la clasificación universal, que es comandada en 2023 por el serbio Novak Djokovic -catalogado por muchos periodistas como el mejor de todos los tiempos-, en 1998.
Consiguió adueñarse del peldaño de honor el 29 de marzo de 1998, un día después de doblegar al estadounidense Andre Agassi en la final de la Lipton Cup, hoy día conocido como Abierto Másters 1.000 de Miami.
El 28 de marzo de ese año, se ganó los aplausos del público norteamericano después de mostrar mucha agilidad en la cancha de superficie dura de Miami, Florida, Estados Unidos. Se impuso en tres parciales sobre Agassi, tras no darle margen para recuperaciones. Lo superó con marcadores de 7-5, 6-3 y 6-4.
La importancia de la hazaña
En una era en la que los colores de Chile son defendidos en las justas de la ATP por Nicolás Jarry y Cristian Garín, ocupantes de los peldaños 30 y 107, respectivamente, la hazaña de Ríos cobra más realce, sobre todo, porque estuvo un par de veces en la cima.
Lo hizo tanto en marzo como en agosto de 1998. En ambas ocasiones desplazó del pináculo a Pete Sampras, estadounidense que se consagró en 14 eventos de Grand Slam y es una leyenda de la ATP.
Ríos, quien hoy día tiene 47 años y se dedica a entrenar a nuevos elementos, permanece vigente en la memoria de los fanáticos del tenis pues capaz de batallar y superar a cualquiera en los rectángulos de juego.
Escrito por: Joseph Ñambre